En una de ellas los médicos vieron un cuerpo extraño alojado en su útero. Sorprendidos, vieron que lo que tenía Wong en su vientre era un feto calcificado.
La buena señora explicó entonces qué había pasado. Hacia 1949 acudió al médico pues el hijo que esperaba no había nacido pese a que habían pasado meses de la fecha en la que le habían dicho que nacería. Después de ser examinada el doctor le dijo que lamentablemente el niño había muerto antes de ver la luz. Como la mujer no tenía dinero para pagar la operación de extracción decidió dejarlo para mejor momento.
Sin embargo, al ver que no tenía problemas, que realmente no le molestaba lo que tenía dentro y que la gente del pueblo y la familia se había acostumbrado a verle con una voluminosa barriga, Wong decidió que realmente no era preciso extirparle nada, así que decidió no pasar por quirófano.
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